Hace ya tiempo que el estilo escandinavo está siendo tendencia. Y no es de extrañar, ya que por sus características resulta uno de los más atractivos y funcionales para muchas personas. Normalmente, los fundamentos de este estilo son sinónimo de confort, por lo que es más que nada elegido para aquellas zonas del hogar destinadas a relajarse y descansar.
Vestir un dormitorio nórdico no es complicado, pero sí hay que prestar atención a algunos detalles, y captar la esencia que lo distingue.
Ropa de cama al más puro estilo escandinavo
Como sucede a la hora de escoger e implementar cualquier estilo, debemos saber que cada uno está caracterizado por ciertos elementos esenciales. Texturas, telas, colores, formas, son algunos de los aspectos que los componen.
El estilo nórdico, en particular, está muy marcado por la simplicidad. No está sobrecargado ni utiliza demasiados colores, y tiene una fuerte impronta natural. Así que, si queremos vestir nuestra cama con los esenciales escandinavos, tendremos que detenernos en cada parte detalladamente.
Además, hay que contemplar que la ropa de cama en estos casos, lleva varias capas, y que los nórdicos tienden a usar camas bastante grandes, cuyas medidas estándar distan de las nuestras. De todas maneras, es posible hacer adaptaciones para tener el mismo resultado.
Las sábanas y el gran colchón
Como mencionamos, en cuanto a la ropa de cama y la cama en sí, el estilo nórdico es un poco distinto a lo que podemos estar acostumbrados. En primer lugar, para ellos es común unir dos camas, unificadas después por un colchón de gran tamaño encima, de manera que parezca una sola cama grande.
De todas formas, si nosotros disponemos de una cama más pequeña, no marcará demasiada diferencia, ya que podemos hacer uso de las sábanas bajeras y los cubrecamas tradicionales.
Aunque se pueden llevar colores neutros u opacos, como el gris, el marrón o el terracota, lo más común para las sábanas es optar por el blanco. El contraste se irá estableciendo con los elementos que agregaremos después.
Para las sábanas encimeras, podemos escoger el blanco, o algún tono más oscuro para empezar a marcar la diferencia. Unas sábanas con floreados tenues o estampados con formas geométricas también son una buena opción. En cualquier caso, habrá que combinar con las fundas de las almohadas, para hacer un conjunto armonioso.
Las fundas y los famosos edredones
Para continuar vistiendo la cama, no sólo tenemos varias opciones sino que además, podemos hacer uso de todas, ya que el estilo nórdico conlleva muchas partes. Sencillas, pero aun así, muchas.
En épocas de calor podemos omitir algunas, para evitar el agobio al dormir. Sin embargo, el invierno será el período indicado para añadir a nuestra cama todos los elementos y hacer de ella un lugar realmente acogedor.
Los edredones cumplen un papel fundamental en el estilo nórdico. Muchas veces, éstos tienen un sistema de aireación para regular la temperatura, evitando así que no se vuelva demasiado pesado, y al mismo tiempo, garantizando un abrigo para toda la noche.
Se colocan sobre las sábanas encimeras (si es que decidimos ponerlas), y a menudo se usan en colores blancos o grises. Si también optamos por una funda, podemos ubicarla sobre el edredón para mantener la calidez.
Un detalle a tener en cuenta es el hecho de que, al colocar la funda y el edredón, debemos dejar los cojines al descubierto. Por lo general, en el estilo tradicional, éstos se cubren. Sin embargo, en el estilo nórdico se deben mantener a la vista.
Las mantas decorativas, complemento indispensable
Otro de los grandes clásicos en el estilo escandinavo son las mantas decorativas. Éstas suelen estar tejidas en punto grueso, con lana o algodón, y tener detalles como flecos en los extremos.
Pueden colocarse en distintos lugares de la casa de forma ornamental, sobre sillones o sofás. Pero, al hablar del dormitorio, van sobre el edredón o la funda. No sólo cumplen la función de abrigar, sino que además, son uno de los más importantes complementos para el aspecto final.
Dependiendo de los colores que hayamos elegido para los otros elementos de la ropa de cama, podemos colocar una manta de tono neutro u oscuro. Si las sábanas y los edredones tienen colores claros, sería una buena idea optar por una manta de color negro o gris oscuro. De todas maneras, los tonos beiges y los rosas son también muy habituales.
El elemento final: los cojines
Mencionamos la importancia de dejar al descubierto todos los cojines. Para el estilo escandinavo, no se hace uso solamente de las almohadas que usamos para dormir, sino que además, los cojines (en conjunto con las mantas) son un gran complemento decorativo.
Por este motivo, la elección de los cojines no es aleatoria, porque tendremos que pensarla con el objetivo de armonizar, utilizando un color principal y predominante, y otros secundarios. También podemos utilizar distintos tonos dentro de la misma gama de colores, por ejemplo, varios tonos de azul o de rojo.
Un buen truco para elegir el color, podría ser tomar un punto de referencia en alguno de los objetos que se dispongan en el dormitorio: una alfombra, el edredón, un cuadro, etcétera.
Si queremos hacer uso de estampados, tendremos que limitarnos para no sobrecargar, ya que éste es uno de los principios fundamentales en el estilo nórdico. Si la ropa de cama que hemos escogido se mantiene dentro de los blancos y los grises, podemos contrastar con cojines amarillos, verdes, anaranjados, así como también optar por cojines a rayas o estampados étnicos.
Otra buena alternativa es prestar atención a las texturas, y alternar algunas lisas con otras de relieve, como cojines peludos, aterciopelados, o tejidos. Ésta es una oportunidad para ponerse creativo y darle el toque final a nuestra cama estilo nórdico.