Muchos hemos escuchado sobre el síndrome del corazón roto, y podemos pensar que es algo inventado por aquellas personas que se sientes tristes y han terminado con sus parejas. Pero la realidad es otra, este síndrome si existe, y el estrés, las emociones extremas e inesperadas pueden ocasionarlo.
Este padecimiento es muy similar a un infarto, afectando en su mayoría al sector de la población femenina, ya que según las estadísticas por cada hombre que lo padece ya 8 mujeres lo experimentan.
En la etapa de la postmenopausia la frecuencia aumenta y ya no se tiene la protección hormonal de cuando se es más joven, siendo incluso más frecuente en aquellas personas con un antecedente de padecimiento neurológico o psiquiátrico, debido a que pueden responder más intensamente a las emociones.
Muchas son las situaciones que desencadenan el síndrome del corazón roto
La mayoría de veces este síndrome se da por situaciones emotivas intensas y súbitas, como es el caso de la perdida de un ser querido, de trabajo o un aviso inesperado de impacto.
El primer caso reportado en América Latina de este síndrome se reportó en el año 2004, se trataba de una señora viuda que recibió la noticia que iban a embargar su casa, entonces este tipo de sorpresas son los desencadenantes de angustias que afectan irremediablemente el corazón.
Este padecimiento comienza con síntomas que sugieren un infarto en el miocardio, ya que genera dolor típico en el pecho y cuando se llega a urgencias muestran alteraciones en el electrocardiograma y se comporta su evolución muy diferente a lo que es un infarto.
¿Se rompe el corazón?
Por cada 100 pacientes que se presentan a urgencia por consecuencias de un infarto, alrededor de 3 personas presentan síndromes de corazón roto. Una enfermedad que también se conoce como síndrome de takotsubo, donde de forma literal no se rompe el miocardio, pero si afecta al musculo y a su contracción.
El 97% de mujeres que sufren de este síndrome se recuperan y sobreviven, ya que a diferencia de un infarto en este no se daña ningún tejido del corazón.
La diferencia de este a los infartos tradicionales es que no hay elevaciones de enzimas, por lo que el corazón no se contrae bien y se abomba, mientras otra parte se contrae demasiado. Pero en la mayoría de los casos es reversible.
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