Durante los últimos años hemos visto cambios en los países que componen la América Latina y el norte, además de Europa, los cuales son las regiones donde la sociedad, por lo general escoge a sus gobernantes a través de actos masivos de votación popular. Esos cambios han demostrado un comportamiento de la actividad política, tanto en los drásticos cambios de gobiernos que se han suscitado, así como también por la baja participación de electores en muchos de los casos.
Las crecientes crisis en las distintas regiones y el populismo han abierto una inmensa brecha entre la política y la sociedad
En el caso de Estados Unidos, si bien el republicano Donald Trump ha sostenido cierta popularidad dentro de un sistema electoral admirable, cabe destacar que la participación electoral en ese país no ha pasado del 58.2%, lo que agrava más el sentido de credibilidad pues la participación va en descenso.
Además que según una encuesta realizada por The Washington Post y la Universidad de Maryland seis de cada diez norteamericanos creen que la presidencia de Donald Trump hace de la política un sistema más disfuncional, resultados en donde los encuestados se sintieron muy pesimistas debido a la desconfianza generalizada hacia los distintos líderes políticos porque consideran que estos tienen poca capacidad de compromiso, generando insatisfacción entre los estadounidenses.
Por otra parte, en Europa la situación es un poco más precaria debido a las constantes implementaciones de medidas neoliberales que ha traído consigo un malestar en gran parte de los estados pertenecientes a la Unión Europea. Si bien las propuestas de extrema derecha no tomaron amplio terreno en el viejo continente, han asumido como cuestionables las acciones de sus gobernantes. Tal es el caso de Francia, en donde parecen siempre elegir a un presidente para luego sumergirlo en protestas; ya sucedió con Francois Hollande, mientras que actualmente Emmanuel Macron vive una etapa muy crítica debido a las constantes protestas por parte del grupo de chalecos amarillos quienes se han levantado en contra de las acciones del primer mandatario del país Galo.
Los altos niveles de desempleos, las pocas condiciones de beneficio laboral, la disminución él en poder adquisitivo que trae consigo el descenso de la clase media y las políticas de disminución de protección social son parte de las exigencias de los europeos que no ven luz y generan poca credibilidad en las propuestas políticas, situación que podría impulsar el populismo en Europa.
Mientras que en la América Latina los partidos políticos de tradición han perdido credibilidad ante caras que promueven el populismo, el caso más emblemático de la región es Venezuela cuando en 1998 la población de esa nación sudamericana eligen a Chávez en contrapeso a las acciones gubernamentales anteriores, caso que se repite en México con Andrés López Obrador quien retó a los más de 70 años de tradición republicana y asumió el mandato llevando como bandera la eliminación de los sistemas políticos anteriores, a través de campaña populista.
En Argentina, por su parte, la crisis ha proporcionado grandes niveles de desesperanzas con las constantes medidas de austeridad aplicadas por el presidente de esa nación sureña, Mauricio Macri, quien han bajado su popularidad a niveles tan inferiores como los que tenía la máxima representante del kirchnerismo, Cristina Fernández ante unas elecciones en donde ambos se verían las caras.
Los constantes cambios de sistemas de gobierno en América Latina que van de extremo a extremo, solo demuestra lo reacia que es la sociedad ante los constantes desmanes de las acciones que llevan a cabo los actores políticos. La sociedad actual busca en sus gobernantes, más que criterios de izquierda o de derecha, acciones que promuevan la estabilidad social, económica y política de la nación.