Hace años que los softwares de traducción automática llegaron a nuestras vidas para plantear una nueva manera de entender este tipo de procesos lingüísticos. No obstante, ya en sus orígenes contaban con una desconfianza por parte de los usuarios. Desconfianza que sigue vigente en la actualidad. Es indiscutible que estos sistemas informáticos han mejorado en gran medida con el paso del tiempo. Ahora bien, todavía están lejos de igualar el nivel de un ser humano. Por consiguiente, hoy te queremos hablar de la popular Norma ISO 18587, de los poseditores y de para qué tipo de traducciones son una buena solución.
¿La traducción automática es fiable?
El traductor de Google, así como el de otras plataformas como DeepL o Yandex, siempre han estado sujetos a cierta falta de precisión en sus traducciones. Y es que lo automatizado, a pesar de haberse optimizado al ritmo de la evolución tecnológica, todavía está lejos de equipararse al trabajo humano. De ahí que las autoridades reguladoras hayan lanzado la Norma ISO 18587.
Para entender qué es la Norma ISO 18587 es importante hablar antes de la posedición. Este trabajo engloba a aquellas funciones que desempeñan quienes, en base a una traducción automática, corrigen cualquier error lingüístico en aras de que el texto traducido y el original sean idénticos. Tanto en forma como en contenido.
La conocida como posedición completa busca que la traducción automática sea irreconocible en comparación a la humana al completo. Si esto sucede así, entonces el texto se adaptará a la Norma ISO 18587, la cual cuenta con una serie de requisitos cualitativos que se deben cumplir en todos los casos. Un recurso regulador que, como clientes, nos da toda la seguridad que necesitamos al traducir un texto.
Características que definen a un buen poseditor
La demanda de los poseditores ha ido en aumento desde que apareció esta figura profesional; no obstante, para que se adapten a la Norma ISO 18587 es necesario que cumplan con ciertos requisitos. El primero de ellos está asociado a su formación y experiencia. El poseditor debe tener un grado medio o superior asociado a este trabajo o, en su defecto, contar con un mínimo de cinco años en el sector de la traducción.
En cuanto a sus competencias, la Norma ISO 18587 indica que debe reunir seis habilidades diferentes. Véase la competencia traductora, la lingüística, la de investigación, la cultura, la técnica y la de dominio. Diferentes cualidades que van a permitirle desarrollar su trabajo con la excelencia que se espera de una posedición.
Si hablamos del trabajo en sí, entonces deben conocer la tecnología más moderna de traducción automática para así detectar los fallos más comunes. Asimismo, han de ser capaces de seguir las indicaciones de sus clientes, de corregir cualquier oración perdida en la traducción y de no omitir o añadir información al texto. ¡No hay espacio para la mediocridad en esta profesión!
Entonces, ¿es recomendable contratar este servicio?
Es posible que ahora mismo te estés planteando algo: ¿qué sentido tiene contratar a poseditores y la traducción ya no va a ser 100% automática? El tiempo. Sin duda esta es la respuesta correcta. Si tienes plazo de entrega muy cortos para cualquier documento que tengas que traducir, esta es la mejor opción si quieres asegurar la calidad en los textos.
Por otro lado, es necesario comentar que los servicios de posedición sujetos a la Norma ISO 18587 siguen siendo mucho más económicos que los de traducción oficial. En consecuencia, si tienes un presupuesto limitado o si cuentas con enormes cantidades de texto por traducir y es contenido en parte repetitivo, no dudes en ponerte en contacto con los mejores expertos de este sector.
Así pues, a pesar de que la tecnología no haya llegado al grado de excelencia que muchos llevan tiempo esperando, el factor humano actúa como la parte que faltaba para alcanzar el máximo rigor en cada documento traducido. Con todo esto en mente, te animamos a que aproveches la convergencia entre los softwares más modernos y los poseditores: la rapidez y el ahorro por fin están a tu alcance.