Entre los fenómenos literarios habituales, best-sellers, autores establecidos y saltos de fama diversos, hay historias que pasan casi desapercibidas para el mundo editorial y sin embargo gozan de gran popularidad. Es el caso de «Una Herida en la Naturaleza», de David Vitalus, una de esas historias envueltas en un aura de misterio. Hoy vamos a hablar de la novela que ha dado la vuelta de tuerca que ha roto el eje del género fantástico.
Huelga decir, antes de que sigas leyendo, que a partir de aquí van a haber algunos spoilers, por lo que si aún no la has leído no nos hacemos responsables de destripar la trama.
Una herida en la fantasía
Una Herida en la Naturaleza se presenta a sí misma como una versión moderna de Don Quijote de la Mancha, un libro «disfrazado de fantasía» al igual que el de Cervantes, aunque aquí el disfraz es mucho más realista que el del esperpéntico hidalgo, hasta el punto de que pasaría desapercibido de no ser por la pista inicial. También se anuncia como una novela río «a caballo entre una historia coral y una saga de historias». Si bien todo apunta a una continuación, al menos en esta primera parte esto solo se cumple de puntillas.
Pese a esta presentación, el único personaje realmente quijotesco es Glasùil, un aprendiz de druida cuyas aventuras parecen querer adherirse al ciclo artúrico, el monomito descrito por Joseph Campbell en «El héroe de las mil caras» que tantas veces hemos visto en el cine y la literatura. A él se le encarga curar la herida en la naturaleza, pero la locura se va adueñando poco a poco de él en un inmersivo viaje a las profundidades del alma humana.
A la vez, el libro sigue las tramas de Dásach (otro aprendiz de druida de suerte dispar que satiriza las historias épicas de supervivencia), Gregor (que recuerda al típico erudito que rellena el trasfondo y pone al lector en contexto), Anaeshia (una subvertida Cenicienta) y Duvessa (la reina de Drag, cuya trama propia aparece cerca del final). El aroma de la fantasía heroica y las novelas de espada y brujería está destilado en todas ellas, y sin embargo la falta de un componente mágico hace que no encaje en el género fantástico más de lo que lo hace el Quijote entre las novelas de caballerías.
Realidad o ficción
La «medievalización» de la fantasía, que se ha ido volviendo cada vez más sucia y realista con sagas como las de «Geralt de Rivia» o «Canción de hielo y fuego», ya era una tendencia evidente. Pero «Una herida en la naturaleza» explora un terreno mucho más pantanoso en el que el lector, en lugar de recibir el realismo como un asidero, se hunde en una locura que por momentos es difícil de delimitar. Aprovecha a la perfección los recursos que ofrece la obra escrita para jugar con una prosa llena de texturas, matices y dobles sentidos que hacen creer una cosa para sorprender con otra.
El inesperable desarrollo de los acontecimientos y el apoteósico final rubrican una novela inclasificable, muy recomendable para quien busque una lectura diferente. Todo parece indicar que «Una herida en la naturaleza» va a dar mucho que hablar. ¿Influirá su publicación en el futuro del género? Solo el tiempo lo dirá.